Llegas a esta web, esperas que te cuente lo buena profesional que soy y a la segunda foto aparece un perro...
¿¡Qué está pasando!? Bueno, primero de todo, no estamos exactamente ante un perro, sino frente una border collie. Vespa, para más señas. ¡Ok! Entendido, pero... ¿cual es la razón de este puesto destacado?
Pues que con su llegada mi vida cambió. Así de claro.
Tras estar cerca de veinte años ejerciendo como comercial en una empresa con un horario de jornada completa y mil horas y preocupaciones que me acompañaban cada día a casa y a mi vida personal, la terremoto que veis en la foto me exigió ¡todo y más! Imaginad una raza de perro ya de por sí muy activa, combinada con una bebé perruna súper descontrolada que me pedía atención prácticamente las veinticuatro horas del día. Y yo, en aquél momento, una mujer independiente y ejecutiva volcada en el negocio familiar, lo primero que pensé es: ¡Eva, te has equivocado!
Pero fue comenzar a jugar con mi perra y relacionarme con decenas -cientos, tal vez- de personas y profesionales, para preguntar y aprender, ayudándome y ayudando a los demás, cuando recordé qué era lo que más me gustaba profesionalmente... ¡comunicar! Siempre había sido una excelente comercial y relaciones públicas pero, por desgracia, la vorágine de los últimos años me había hecho perder eso que me conectaba, lo que me distinguía, mis valores... Y, gracias a Vespa, volvía a sonreir, conectando a la gente y ayudando a empresarios y profesionales en sus proyectos. Así que, lo que un principio un error, acabó siendo el error más bonito de mi vida...
Primero reduje las horas laborables, luego pedí media jornada y después... ¡dejé el trabajo! Me volqué en aprender lo que era mi pasión por comunicar, buscar sinergias y conectar a gente de todo tipo con las Redes Sociales. Y de repente me vi estudiando decenas de cursos y aprendiendo todo desde mi óptica práctica. Combinando mi experiencia offline -la de toda la vida- con la online me di cuenta que mi perfil era demandado por decenas de empresas y profesionales.
En definitiva... ¡me transformé en lo que siempre había sido! Y hasta mi apellido sonaba distinto...